El primer día las mujeres desenterraban los objetos religiosos (como figuras de cerditos) que habían enterrado meses atrás y subían al Tesmoforio, el santuario de la diosa, cerca de la colina de Pinx. El segundo día se dedicaba al ayuno para la purificación. Y el tercero se llenaba de la alegría de la fiesta: se llevaban a la diosa todo tipo de frutos de la tierra como ofrenda, se hacían bromas, muchas en torno a la sexualidad, y comían granos de granada en recuerdo del alimento que hacía que Perséfone estuviera separada de su madre la mitad del año.
Aunque el comediógrafo Aristófanes habla de oídas en su genial Tesmoforiazusas, merece la pena disfrutar con las confusas situaciones que imagina para un hombre "infiltrado" en las celebraciones.
Grupo Komos. I.E.S. Vicenta Ferrer Escrivá (Valencia)
Magnífico trabajo
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